La vuelta en barco alrededor de la isla comienza en Marina Grande, desde el pequeño rompeolas transversal hasta el quelle del puerto.
Dirigiéndose hacia el oeste, se costea la playa de Marina Grande y los Baños de Tiberio (ver descripción del Palacio del Mar).
El tramo de costa siguiente está formado por los altos acantilados de roca calcárea con hendiduras y cuevas cubiertas pur una rica vegetación autóctona. Una vez superada la Punta de Gramola, se llega a la Cueva Azul. Continuando la vuelta hacia el oeste, se pasa por la Cala del Rio, la cala más grande del lado oeste de la isla, y la Cala del Tombosiello, más conocida como Cala de Limmo.
Una vez superado el Faro de Punta Carena, se continúa hasta encontrar: la Cueva de los Santos, en cuyo interior la erosión calcárea y la acción del mar han modelado formas que recuerdan estatuas de tema religioso; la Cueva Roja, denominada así por el color oscuro de las aguas, a causa de las algas y a las inflorescencias submarinas; la Cueva Verde, rica en efectos luminosos y cromáticos.
En el tramo sucesivo, desde la amplia ensenada de la Cala Ventroso, dominada por escarpadas y abruptas vertientes, hasta el final de la zona costera de Marina Pequeña, no hay cuevas.
Poco después, superada la Cala de la Torre Saracena, se abre, bajo la Via Krupp, la Cueva del Arsenal, dedicada a templo y ninfeo en época romana.
Su nombre deriva dal uso militar que se le dio en época medieval y también recientemente.
Unos 200 m. más al este, precisamente bajo la Cartuja de S. Giacomo, se encuentra la Cueva Oscura, cuyo acceso está obstruido por un derrumbe que, en 1808, afectó a la torre de guardia de la Cartuja.
Un poco más adelante, en una ensenada pequeña y resguardada, se abre la cueva llamada Albergue de los Marineros, usada como rifugio por los pescadores durante las borrascas imprevistas.
Pasada la Punta de Tragara con las rocas de los Farallones, rápidamente se llega al puertito de Tragara. Al escollo solitario que se encuentra enfrente lo llaman el Monacone (monje gigante); algunos restos de construcciones romanas han alimentado la legenda de que sobre él estaba enterrado Masgaba, el arquitecto africano de Octavio Augusto.
Continuando en dirección a la Cala del Fico (higo), colindante con la Punta Massello, en la que se alza la Villa Malaparte, y pasada la Cala de Matermania, a los pies de un gran anfiteatro cubierto de vegetación, se llega a la Cueva Blanca y a la Cueva Maravillosa.
Accessibles una por mar y la otra por una escalerilla con atracadero, ofrecen la posibilidad de admirar los extraordinarios efectos producidos por los reflejos del agua sobre las insólitas formaciones de estalactitas.
La costa, que anteriormente se precipitaba perpendicularmente en el mar desde unos 200 m. de altura, con paredes de fuerte desnivel y llenas de derrumbes, se vulve alta y denuda, marcada por un escano bosquejo mediterráneo y por erosiones en la roca calcárea.
Hasta la sucesiva Punta del Monje no se abren cuevas de certa importancia. Una vez pasada la cala bajo el salto de Tiberio, se llega al pequeño faro automático colocado sobre un escollo bajo, llamado “Longa di Basso”. En la parte alta se puede ver la selva originaria, constituida preferentemente por acebos (quercus ilex).
Después de la Punta del Capo, se costea un tramo caracterizado por gruesos bloques rocosos después de los cuales se eleva, aislado de la costa, el Scoglio della Ricotta (escollo del requesón). Pasada la Punta Fucile, llamada así por la forma especial de la hendidura que resalta sobre las rocas, se llega a la Cueva del Buey Marino, rifugio de la foca monja, tiempo ha muy difundida por el mediterráneo.
A continuación está la última ensenada antes del regresso a Marina Grande: Marina de Caterola, originada en 1971 por la caída de un trozo de la arista calcárea superior.

La excursion (de unas 2 horas) no se puede realizar los días en que no haya condiciones meteorológicas marítimas adecuadas.